Recordar a Miguel Hernández a plena luz, como nos pidió Pablo Neruda, es “un deber de España, un deber de amor”. Reivindicar su obra y su vida, inseparables la una de la otra, es una tradición cada final de octubre con motivo del aniversario del nacimiento del poeta universal. Y revindicar su faceta como periodista debería ser una obligación de quienes nos dedicamos a la comunicación.
Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910; Alicante, 28 de marzo de 1942), fue poeta, dramaturgo, y llegó al frente como voluntario del Quinto Regimiento. Abrió trincheras como zapador y desde esas mismas trincheras fue cronista de guerra. Contó en distintos periódicos lo que veía desde su posición en el bando republicano y sin entrar a analizar sus textos o su evidente carga ideológica, lo que queremos resaltar es su manera de hacer periodismo.
En esas crónicas relata lo que había visto, sin necesidad de que nadie se lo contara
“He procurado siempre ser justo y verdadero y, aunque no soy periodista, sino poeta, escribo en el periódico de mis compañeros de ‘Altavoz del Sur’ la prosa de la poesía que veo y siento en lo más hondo de esta guerra”. Es evidente y pese a esta declaración de objetividad, que Miguel Hernández escribía de parte. Lo que no escribía era de oído. Como relatan distintos autores que han puesto el acento en esta faceta del escritor, Miguel Hernández recorrió distintos frentes del centro y del sur de la Península. Y en esas crónicas relata lo que había visto, sin necesidad de que nadie se lo contara, con la vehemencia y con los dientes apretados que imprimió a toda la obra escrita en periodo bélico, bien fuera prosa o poesía.
“Unos ciento cincuenta guardias civiles vinieron hacia nosotros con los brazos en alto. Un soldado se encontró con un hermano suyo, guardia civil, y se abrazaron llorando. Pude comprobar en aquellos momentos la grandeza del corazón popular: ni un insulto, ni una ofensa salió de la boca de los soldados, que ayudaban a curar a los heridos y sentaban a los niños sobre sus hombros. Muchos se conocían, y se estrechaban la mano con emoción”. Nadie que no haya estado presente en su momento podría contar algo así sin haberlo visto, y nadie salvo Miguel Hernández podría relatarlo de esta manera.
Vigente en los actuales periodistas bélicos
Hoy tenemos grandes cronistas de guerra en nuestro país. Profesionales que desde las zonas de conflicto nos cuentan esas escenas que ven a diario. Periodistas que salen a la calle a recoger información y trasladárnosla siendo capaces de transmitir esa emoción que han vivido. Esa escena del frente de Jaén relatada por Miguel Hernández podría estar en cualquiera de las crónicas que nos llegan de Oriente Medio, de las pocas que llegan de los países africanos en conflicto. Una vez más, Miguel Hernández está ahí y sus palabras siguen vigentes, como lo hace buena parte de su poesía.
Miguel Hernández fue periodista. Lo condenaron por ello. En el 111 aniversario de su nacimiento, desde Equipo de Comunicación le rendimos este pequeño homenaje. Lo hacemos como periodistas hacia un compañero que pese a su corta vida nos dejó un legado que hoy y siempre estará presente en nuestro día a día.
En Orihuela, a 30 de octubre de 2021.